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Después de más de un año de reinventarse desde el universo digital, el viernes pasado por fin pudimos ser viajeros en el espacio físico del MUAC: deambular por sus pasillos, solazarnos en las terrazas y apreciar sus exposiciones.
Pasear por las salas del museo, detenerse a observar, preguntarse sobre el sentido o el autor. Sentarse frente al cuadro de gran formato, levantarse y acercarse a examinar su superficie, retroceder y probablemente, volverse a sentar para escuchar la audioguía. Introducirse en la sala obscura, y descubrir a una pareja tomada de la mano observando el video que se proyecta en bucle
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